domingo, 30 de octubre de 2011

David & David


Hoy es el cumpleaños de mi primo David, que fue quien me envió la serie de fotos de mi madre en Alemania (podemos verla arriba, junto a la casa de mis tíos). Y hoy otro David, mi hijo, cumple cuatro meses. A ellos dos va dedicada esta fotografía de mi madre en su mejor faceta: riendo. Y, por supuesto, no olvidaremos la palabra mágica: Felicidades.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Equilibrio circular / Tomás Crespo




Así se llama la escultura de Tomás Crespo Rivera que preside la buchina de los Jardines de Eduardo Barrón en Zamora. Pero esa circularidad se puede aplicar a nosotros mismos. Veamos:
1. Frente al cine de mis abuelos (hoy ya una carcasa hueca, sometida a las excavadoras) se ubica esta fuente. Por ello, y como demuestran las fotografías, mis hermanos y yo a menudo jugábamos por allí y nuestros padres nos hacían fotos. Conservo una de cada uno de nosotros, los tres hermanos (en la de color apenas se divisa la escultura, pero se intuye al fondo).
2. Con el tiempo, supe que mi madre y el escultor, Tomás Crespo, eran amigos.
3. Años después conocí a un tal Mario Crespo, a quien desde entonces me une una sólida amistad. Y un día me dijo que su padre era Tomás, el amigo de mi madre.
4. Quiero pensar que, de esos titubeos junto a la escultura, ha nacido con los años un equilibrio vital: lazos de amistad entre padres y madres e hijos. Como si volviéramos al origen. Dicen que todo es circular. Y nuestra ciudad, además, es un pañuelo.  


lunes, 24 de octubre de 2011

“El del barco” / “El de Lavapiés”


Hace un año, más o menos por estas fechas y cuando mi madre aún vivía, salieron dos proyectos que durante 2011 se han convertido en realidad: dos editoriales distintas habían aceptado mis nuevos libros, Asco y Vivir y morir en Lavapiés. Como abrasaba a mi madre hablándole de títulos de antologías y de libros propios, ella no se aprendía los títulos. Por eso se refería a Asco como “El del barco”. Y a Vivir y morir… como “El de Lavapiés”:
-Me van a publicar Asco.
-¿Y ése cuál es, el del barco o el de Lavapiés?
-El del barco.
Mi madre no sólo nunca vio estos libros publicados (Vivir y morir… ha salido hace un par de semanas de las imprentas), sino que tampoco pudo leerlos. Durante su enfermedad había abandonado el hábito de la lectura. Hasta entonces, ella solía leerse mis manuscritos inéditos, era una de mis lectoras fieles antes de la publicación, incluso antes de que cada libro encontrara hueco en una editorial.
En fin, no pudo ser. Ni pudo leerlos ni pudo verlos publicados. Eso podría quemarme, pero es secundario al lado de otro asunto que me atormenta más: tampoco vio nacer a mi hijo, ni supo que lo esperábamos.
Aquí están las cubiertas, madre: “El del barco” y “El de Lavapiés” llegaron a la meta.  


sábado, 22 de octubre de 2011

El discurso de un hombre


Madre, te hubiera entusiasmado ver a Leonard Cohen, tu hombre favorito, dando el discurso de agradecimiento tras recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en Oviedo. Probablemente habrías derramado algunas lágrimas al verlo, al escucharlo. Lo sé.

martes, 18 de octubre de 2011

Alemania (2)


Mi madre y su hermano, disfrutando de un rato de sosiego. Ella, por supuesto, está fumando. La estampa parece idílica. Seguramente lo era.

miércoles, 12 de octubre de 2011

“El rey de las lágrimas”: un poema de David González


No olvido que David era uno de los poetas favoritos de mi madre (en la foto, delante del domicilio de sus padres, concretamente a la puerta de la carpintería de mi abuelo). Yo le compraba en Madrid cada libro nuevo de D. G. que salía a la venta. Algunos, incluso, conseguí llevárselos dedicados. Como en este rincón no podemos olvidar que ella leía a menudo a David, y que hoy me he intercambiado unos mensajes con él, aquí os dejo uno de sus poemas:

EL REY DE LAS LÁGRIMAS

en la cama,
con las manos cruzadas por detrás de la cabeza,
con la ventana abierta,


que mis amigos me vendieron
como carne en la carnicería,

que mis amigas tenían muy buena cara
pero muchas puñaladas;

y sé

que ese coche
que está aparcando
no lo conduzco yo,

que ese perro
que ladra
no es mi perro,

que ese niño
que grita
no es mi hijo,

que esa mujer
que se ríe
no es la mía,

que esa puerta
que se abre
no es la de mi portal,

que esa persiana
que se baja
no es la de mi dormitorio;

y sé también

que pronto oscurecerá
y que yo, una vez más, un día más, no tendré
ni fuerzas
ni ánimos

para levantarme

y encender

la luz.


David González, El amor ya no es contemporáneo + El amor sigue sin ser contemporáneo (Ed. Baile del Sol)
  

martes, 11 de octubre de 2011

“Ana”: un poema de Karmelo C. Iribarren


Llevo un tiempo buscando el único libro de mi amigo Karmelo que aún no he leído: el poemario El tamaño de los sueños, que está enfocado a los niños. Y hoy he encontrado en el blog de otro amigo (Gsús Bonilla) un poema perteneciente a ese libro. Y se titula “Ana” y sé que Gsús lo ha puesto porque es el nombre de su hija. Dado que es el nombre de mi madre (en la foto, en Alemania, observando a la nieta de su hermano), se lo robo a Gsús, que lo tomó prestado de Karmelo, y aquí os lo copio y se lo ofrezco a ella:

ANA

Hay palabras
que cuando las pronuncias
te dejan un gusto sabrosón
en la boca,
un sabor dulciamargo,
que es el sabor más rico,
el que más place.

Palabras que son
como una cerveza fresca
en pleno mes de agosto
en Sevilla
y creo que me explico.

Una de ellas
tiene solo tres letras,
es capicúa,
y cuando la pronuncio
y estás tú,

me dices qué.


de Karmelo C. Iribarren, en El TAMAÑO DE LOS SUEÑOS (Anaya, 2006)

Felicidades, hermano


Hoy es el cumpleaños de mi hermano. Y sé que el mejor regalo que puedo hacerle es recordarlo en este blog, añadiendo dos fotos en las que se le ve de niño junto a nuestra madre. Ya las había colgado en este espacio, pero da lo mismo. Felicidades.


lunes, 3 de octubre de 2011

Alemania (1)


Hace unos años mi madre y varios de mis tíos y primos decidieron viajar a Alemania, en concreto a Colonia, donde vive el hermano de mi madre con su familia. Fue un viaje sorpresa con motivo del cumpleaños de él, algo (la sorpresa) que sólo sabían su mujer y su hija. Casi le da un infarto cuando se encontró en casa a media familia. Mi madre nos contó varias anécdotas de aquellos días, pero jamás vi foto alguna. Ayer uno de mis primos, que estuvo en aquella visita, encontró varias fotografías del viaje. Es raro verlas por primera vez cuando una de las personas que aparecen ya no está en este mundo. Poco a poco iré colgando las que más me gusten.